El pasado mes de marzo, los días 14 y 15, tuvo lugar en el palacio de Miramar un seminario sobre liderazgo con ponentes de primerísimo nivel, tales como, Luis Huete, Mario A. Puig, Rojas Marcos, José Antonio Marina o el Profesor Seligman. Como ingredientes que configuran lo que llamamos liderazgo mencionaron, entre otros, la capacidad de empatizar, la importancia de la comunicación, la tolerancia a la frustración, cierto carisma para influir en los demás, la capacidad de no caer en el desánimo ni dejarse llevar por la euforia y el empeño imparable de intentar lograr los objetivos marcados (el término utilizado para ello en inglés es GRIT).
Sin embargo, la característica en la que todos ellos coincidían y que podríamos identificar como el “ingrediente esencial”, es la capacidad de generar una Visión Ilusionante que movilice las voluntades de todas las personas en una misma dirección. Se trata de influir (no manipular), de guiar, de ayudar, de motivar para conseguir un determinado objetivo y de hacer que las personas den lo mejor de sí mismas. Se trata de sembrar ilusión para que éstas sientan que verdaderamente están construyendo una catedral y no picando piedra (como mencionó el profesor Huete, según un estudio de Gallup Polls “el 87% de las personas no encuentran sentido a lo que hacen y sólo trabajan por dinero”….¿? cuánto desperdicio de energía, de potencial…..).
- “El liderazgo es una idea que fascina al resto” dice Eduard Punset; en el fondo, todos estamos deseando apasionarnos con lo que hacemos (en línea con la necesidad de autorrealización de la que nos hablaba Maslow). Las personas estamos dispuestas casi, me atrevería a decir, lo necesitamos!; la tarea de crear contextos en los que pueda florecer esa ilusión que anhelamos es misión de los líderes. Todo un reto, todo un compromiso para con sus personas.
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